Jamás sonríe la pena,
nunca un Aquiles ciempiés;
un eufemismo es siempre lo mismo aunque esté escrito al revés.
Como un mantis en extasis
de una plegaria ruin, la pureza no bosteza cuando quiere sonreir.
Y en su nidito de alquitran,
tu corazoncito de marfil, no importa cuánto valga si no aprendió a latir.
Nunca un dios si no hay abismo,
nunca un silencio si no hay verdad.