martes, 15 de febrero de 2011

Fugitivos


Y corrió.
Corrió por el patio enlodado, saltó la cerca en dos ágiles movimientos y cayó del otro lado sobre un gran charco de agua sucia que lo empapó.
Mordió con más fuerza al cruzar sin mirar la ruta, del otro lado estaba el mundo temido y fascinante, que lo esperaba agazapado entre los árboles. Cruzó en un par de saltos y se adentró en el bosque dejando atrás los gritos desesperados de su captor.
Eso fue todo.
Hacía menos de dos minutos estaba somnoliento, muerto de frío y encadenado en un armazón de hierro.
Aquí, corriendo en el anochecer, sin más luz que el contraste entre donde había y no había nieve, pisando en cada zancada sin saber si había un precipicio o una trampa para osos, le llenaba el pecho una euforia indescriptible..
No le faltó respiro jamás, ni siquiera lo distrajo el enorme claro de hierba en el horizonte del bosque, donde se detuvo casi once kilómetros después.
Soltó el peluche que mordía y se quedó mirando sus pulidos ojitos de plástico.

- Papá, papá! - los gritos de chico sobresaltaron al padre. - Papá!!
- Qué pasa, enano?
- Papá, Jupiter se escapó!!! Rompió la cadena y me quitó a Boris..
- Que hizo qué?

Buscaron al enorme malamute durante dos semanas, jamás apareció.
Tampoco Boris, el peluche que por las noches escapaba hasta la jaula de Jupiter y le contaba historias de libertad.

6 comentarios:

  1. Me alegro por Júpiter y lo lamento por Boris, por muy de plástico que sean sus ojos.

    Besossss.

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  2. bueno, de hecho.. escaparon juntos ;)

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  3. Pero viste, para los ojos de todos, Júpiter (el grandote) es el malo, cuando en realidad el autor intelectual de la fuga es Boris (el pequeño inocente).

    Cualquier similitud con la vida real es mera coincidencia, supongo.

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  4. No, acá se está perdiendo lo elemental del escrito: Se llaman Júpiter y Boris, pero claro que con esos nombres tenía que pasar algo interesante con ellos.

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Mordé, dale, mordé..