El cuerpo destendido, minúsculo y sereno entre las sábanas,
el insomnio mal doblado,
un espejo iluminado que guiña desprecio,
es mi voz, es mi cama.
Son estas horas que te reclaman.
domingo, 28 de abril de 2019
domingo, 21 de abril de 2019
Bitácora de los días sin vos: Las formas del dolor
Estoy sentado en la entrada del consultorio de Macarena,
hoy es mi última sesión de terapia por tiempo sin determinar, ella
finalmente empieza su licencia por embarazo.
Hace unas semanas vos y yo nos separamos, aunque para ser exáctos no fue una separación, fue una ruptura y ámbos sabemos también que fue mi culpa. Y ahora estoy ya en la sala de espera, escribiendo esto dentro de mi cabeza, las manos quietas sobre las rodillas, los ojos entrecerrados y el respiro amplio que me ajusta el pecho, conteniendo una tos que si se desata no se detendrá jamás.
- Disculpame la demora, ahora sí entrá al consultorio. Contame, cómo has estado?
Por fin abro los ojos y dejo que salga toda la oscuridad desde adentro, y siento que mis brazos son de polietileno y las tripas hierven y centrifugan las emociones que se desatan y pierden compostura. Náuseas. Una bocanada de herrumbre se me escapa en el llanto y me abandono allí, entre los almohadones.
Estoy roto.
Suelto los bordes de la herida que se derrama y jaspea la habitación.
Hace unas semanas vos y yo nos separamos, aunque para ser exáctos no fue una separación, fue una ruptura y ámbos sabemos también que fue mi culpa. Y ahora estoy ya en la sala de espera, escribiendo esto dentro de mi cabeza, las manos quietas sobre las rodillas, los ojos entrecerrados y el respiro amplio que me ajusta el pecho, conteniendo una tos que si se desata no se detendrá jamás.
- Disculpame la demora, ahora sí entrá al consultorio. Contame, cómo has estado?
Por fin abro los ojos y dejo que salga toda la oscuridad desde adentro, y siento que mis brazos son de polietileno y las tripas hierven y centrifugan las emociones que se desatan y pierden compostura. Náuseas. Una bocanada de herrumbre se me escapa en el llanto y me abandono allí, entre los almohadones.
Estoy roto.
Suelto los bordes de la herida que se derrama y jaspea la habitación.
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